- Geociencias EIRL Centro de Investigacion
- 24 jun
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La protección de los territorios surge en los albores bélicos, entre las primeras civilizaciones de Eurasia dejando referencias de su visión sobre seguridad y defensa territorial en las murallas y fronteras fortificadas. Se conoce que las ideas de Ciudad-Estado fueron griegas y romanas para germinar, al menos desde el Renacimiento, en los conceptos de Estado Nación. Curiosamente fueron las Guerras de Religión en Europa y parte de Asia las que llevaron al desarrollo de conceptos más sofisticados de seguridad estatal que incluían no solo defensa territorial sino también estabilidad interna. Las tantas guerras que se libraron por la fe terminan una larga fase de sangre aceptando que sobrevivir es más importante que luchar y matarse mutuamente e iteradamente. Los Tratados de Westfalia (1648), firmados en el noroeste de Alemania, pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), el conflicto más devastador de las guerras religiosas europeas, estableciendo una paz duradera. Estos enfrentamientos comenzaron por motivos religiosos y terminaron estableciendo que la razón de Estado supera la razón religiosa, es decir la soberanía de los Estados se coloca sobre el interés universal de la Iglesia.
Orígenes del Modelo Westfaliano
Al resultado de los tratados que firmaron las naciones enfrentadas en Eurasia se le conoce como el Legado de Westfalia. Es importante no solo porque terminó con las guerras de religión, sino que además moldeó un sistema completamente nuevo donde la supervivencia política del Estado se volvió más importante que la ortodoxia teológica. Esto sentó las bases para los conceptos modernos de seguridad nacional mediante la aceptación y aplicación de los siguientes principios:
Soberanía territorial: Por primera vez se codifica que cada estado tiene autoridad suprema sobre su territorio, por tanto, la seguridad es responsabilidad principal de cada Estado sin interferencia externa. Esto es la base conceptual de la defensa nacional moderna.
Principio de no injerencia: Los asuntos internos de cada estado (incluyendo religión) quedan fuera del alcance de otros poderes. Esto crea la necesidad de sistemas de seguridad interna.
Balance de poder: Se establece que ningún estado debe dominar completamente, creando sistemas de alianzas defensivas - precursoras de la seguridad colectiva.
Razón de Estado sobre religión: La seguridad del estado se vuelve más importante que consideraciones religiosas, secularizando el concepto de defensa.

Rocroi, el último tercio es un cuadro al óleo sobre lienzo pintado en 2011 por el artista español Augusto Ferrer-Dalmau. La obra retrata los últimos momentos de la batalla de Rocroi, librada dentro del contexto de la Guerra de los Treinta Años. Fuente: "https://en.wikipedia.org/wiki/es:Augusto_Ferrer-Dalmau"
El Legado de Westfalia ha generado que los académicos desarrollen un modelo de "Estado Westfaliano" que se aplique en cada país. Sin embargo, la implementación de este modelo recae en la voluntad política de cada Estado, lo cual significa que depende de la voluntad de cada gobernante. En la práctica, el modelo Westfaliano establece una paz “sobre cuerdas” en riesgo constante de caer, a pesar de sus bases aceptadas:
Monopolio legítimo de la violencia: Solo el estado puede usar la fuerza dentro de su territorio - base de cualquier sistema de defensa nacional.
Fronteras definidas: Concepto crucial para entender qué se defiende exactamente.
Igualdad jurídica entre estados: Todos los estados, grandes o pequeños, tienen los mismos derechos defensivos.
Diplomacia como primera herramienta: Antes de la guerra, se intenta la negociación - origen de la diplomacia moderna.
Evolución de la Seguridad Global
La I Guerra Mundial (1914-1918) demostró la fragilidad del “Modelo Westfaliano” en la convivencia internacional; la debilidad de la función diplomática se evidenció en un contexto de convivencias geopolíticas momentáneas o tránsfugas, si las condiciones para mejorar la seguridad de algunos aliados así lo requería, amparados en el principio “balance de poder”.
La Sociedad de las Naciones (League of Nations 1920-1946), precursora de las Naciones Unidas, intentó institucionalizar y velar por el cumplimiento del Legado de Westfalia con mucha dificultad para mantener este modelo, aún mediante el arbitraje obligatorio o los acuerdos del desarme mutuo. Esta incapacidad se hizo mucho más notoria con el estallido de la II Guerra Mundial (1939-1945). El Modelo Westfaliano no funcionaba.
Tras la II Guerra Mundial, la creación de la ONU, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario buscaron reforzar el Modelo Westfaliano. Estas iniciativas, enfocadas en restringir el comportamiento bélico, representaron un nuevo intento de consolidar la seguridad global. De alguna manera, las mejoras geopolíticas provienen de los esfuerzos diplomáticos, con relativo éxito en algunas crisis y total fracaso en otras, tal como sucede en los actuales países en guerra que han vuelto a un momento Pre-Westfaliano donde las fronteras no son limitaciones ni para Estados agresivos ni para los actores de amenazas no convencionales, con clara evidencia en las intrusiones ciberdigitales.

La Seguridad Humana como Nueva Normalidad
En respuesta a los nuevos desafíos post-Guerra Fría, aparece en escena el informe: “Una Agenda para Paz” (1992) cuyo autor y presentador fue Boutros Boutros-Ghali, en ese entonces Secretario de la ONU, quien presenta una visión al mundo para anticiparse a los conflictos ante la incertidumbre del nuevo orden mundial, pues la desintegración de la entonces Unión Soviética traía consigo inseguridades emergentes. Así también, se empezó a discutir si la soberanía era absoluta o si era necesario intervenir dentro de las fronteras de un Estado cuando se cometen atrocidades en sus conflictos internos. El informe advierte que algunas amenazas no son sólo físicas y, por tanto, las barreras perimetrales fronterizas no pueden detenerlas, como es el caso de los delitos trasnacionales. Esto conlleva un trabajo colaborativo entre Estados para acciones multilaterales y coordinadas. Además, sostenía que la paz requiere abordar las causas profundas de los conflictos, como la pobreza, la desigualdad y la falta de gobernabilidad.
Efectivamente verificamos que muchos desafíos actuales de seguridad (terrorismo transnacional, ciberataques, cambio climático, pandemias, tráfico ilegal de recursos naturales, etc) ponen en cuestión los principios westfalianos originales.
En el 2002, la Organización de los Estados Americanos –OEA- acogió la visión más amplia de la seguridad y defensa de los Estados, reconociendo la naturaleza diversa y multidimensional de las amenazas, incluso propuso una categorización de identificación amplia, denominándolas amenazas, preocupaciones y desafíos. En su resolución de la Asamblea General de entonces inscribe la Declaración de Bridgetown, donde se destacó la necesidad de "ampliar" los enfoques de seguridad tradicionales para abarcar nuevas y no tradicionales amenazas en los campos:
Políticos: como el debilitamiento de la democracia o la ingobernabilidad.
Económicos: como la pobreza, la desigualdad o las crisis financieras.
Sociales: como la criminalidad organizada transnacional (narcotráfico, trata de personas), la violencia, la exclusión social.
De salud: como las pandemias (que el COVID-19 haría aún más evidente).
Ambientales: como el cambio climático, los desastres naturales y la degradación ecológica.
Así, la seguridad humana incluye todos aquellos aspectos vitales y necesarios para el desarrollo de las personas y de la población en general. Esto promueve, que el Estado garantice aspectos de seguridad más allá de la soberanía y el control interno, que garantice la seguridad económica, la seguridad hídrica, la seguridad alimentaria, la seguridad energética, la seguridad a la vida y la salud, entre otras. Aspectos que normalmente se habían delegado a los ministerios y entidades estatales ahora son aspecto de máxima prioridad cuando constituyen amenazas a la seguridad nacional, no solo son problemas sectoriales.

El Caso Peruano: Hacia el Neo Westfalianismo
El Legado de Westfalia, con sus imperfecciones, es el modelo de Estado que las naciones han deseado implementar; también es la base o marco conceptual de la Seguridad y Defensa Nacional en muchos países, especialmente en las Américas. Por ejemplo, el Perú adoptó estos principios a su realidad, los cuales se expresan desde la profesionalización de los ejércitos y fuerzas armadas que se inician con el presidente Castilla y tienen como hito importante al gobierno de Manuel Prado Ugarteche (1939) cuando implementó el Consejo Permanente de la Defensa Nacional. La estructura institucional de la Seguridad y Defensa Nacional ha tenido varias modificaciones en los gobiernos de Morales Bermúdez (1979), Alan García (1987), Alberto Fujimori (1991), Antero Flores (en su calidad de Presidente del Congreso 2005) y Ollanta Humala (2012), este último renovó totalmente la normativa al respecto y se encuentra en plena vigencia, con especial consideración por que, a diferencia de sus antecesores, adecuo la normativa peruana a los nuevos planteamientos de seguridad sin abandonar los tradicionales enfoques, en una suerte de “Neo Westfalianismo.”[1]
El legado Westfaliano se mantiene ampliando el foco para advertir de las amenazas emergentes, principalmente provenientes de actores no estatales como el crimen organizado, las migraciones forzadas, intentos separatistas, el narcotráfico, la extracción ilegal de recursos concatenada con el crimen trasnacional, requieren la articulación de los Estados frente a estos peligros regionales. Esto amplia el modelo clásico Westfaliano sin derogarlo o caducarlo. Todo lo contrario, se amplia.
A la luz de esta dinámica de seguridad global, Perú ha adoptado su enfoque mediante el D.L Nº 1129 (2012) bajo el gobierno del presidente Ollanta Humala y luego reforzado mediante el D.S. 005-2021-DE que aprueba la Política Nacional Multisectorial de Seguridad y Defensa Nacional al 2030 en el gobierno de Francisco Sagasti junto al D.L. 1684 (2024), en la gestión de la presidenta Dina Boluarte, que crea la Secretaría de Seguridad y Defensa Nacional – SEDENA como ente ejecutor y autónomo responsable de la coordinación, asesoramiento y planificación y supervisión de los componentes del Sistema de Defensa Nacional (SIDENA), con la finalidad de articular su funcionamiento a nivel nacional, completando la visión del Estado peruano hacia un nuevo enfoque, del sujeto Estado a los sujetos Estado y Seguridad Humana en concordancia con los enfoques globales y del hemisferio Americano sobre la nueva normalidad de la Seguridad y Defensa de los Estados que implica el equilibrio entre los principios westfalianos tradicionales y la atención a las amenazas multidimensionales, priorizando la seguridad humana como pilar para la estabilidad y el desarrollo sostenible de los países.
[1] Guedes de Oliveira, Marcos Aurelio & Avila, Carlos. (2013). El legado de Westfalia y la emergencia del postwesfalianismo en la seguridad regional de América del Sur. Relaciones Internacionales.







